El folcore está lleno de historias de hombres con forma de lobo que atacan al ganado incluso a personas, estas historias se repiten en parajes muy distantes entre, separados muchas veces por grandes cordilleras y parajes inexpugnables.
Muchas de estas historias y leyendas se originan por un hecho real. En el caso de la licantropía tenemos el caso de Marcos Rodríguez Pantoja, un niño que pasó once años de su vida viviendo entre lobos.
Marcos nació en Córdoba, en el seno de una familia muy pobre que tuvo que emigrar a Madrid. En Madrid las cosas no mejoraron y su madre murió al dar a luz a su cuarto hijo, por aquel entonces Marcos tenía 3 años. Su padre se volvió a casa con otra mujer que ya tenía un hijo de un matrimonio anterior y Marcos pasó a ser una molestia ella.
En esta nueva etapa Marcos sufre maltratos por parte de su madrastra, llegando a ser vendido a los siete años a un rico de la zona que posteriormente se lo entregó a un cabrero. Los cabreros en aquella época pasaban gran parte del año alejados de las ciudades cuidando los rebaños. Este cabrero, cuyo nombre no se conoce, vivía en aquella época en un cueva. Al poco de ser Marcos entregado al cabrero este falleció dejando al niño solo con solo el cobijo de una cueva.
«Al principio yo lo pasé muy mal. No sabía qué comer, le tenía miedo a los animales y al viejo. Pero después nos hicimos amigos y con los bichos también. Y así fue como empecé a sentirme muy bien. ¡Me sentía estupendamente!, le dice Marcos a BBC Mundo.
«Un día me metí en una lobera a jugar con unos cachorritos que vivían allí y me quedé dormido. Cuando desperté, la loba estaba cortando carne de ciervo para los cachorros. Yo traté de quitarle un pedazo, porque también tenía hambre y me pegó un zarpazo», dice imitando el gesto de la loba.
«Cuando terminó de alimentar a sus cachorros, me miró y me tiró un trozo de carne. No quería tocarlo porque pensé que me iría a atacar, pero me lo fue acercando con el hocico. Lo cogí, lo comí y ella se me acercó. Pensé que me iba a morder, pero sacó la lengua y me empezó a lamer. Después de eso, ya era uno más de la familia. Íbamos a todos lados juntos», recuerda.
No fue hasta 1965 cuando fue localizado por la Guardia Civil, tras vivir once años integrado en una manada de lobos. Once años en los cuales Marcos olvidó es uso del habla y de cualquier habilidad social como el valor de dinero, comer con cubiertos y relacionarse con otros humanos.
La Guardia Civil lo tubo que trasladar atado y amordazado ya que aullaba y mordía como si fuera un lobo. Fue trasladado a Madrid donde unas monjas le reeducaron para poder volver a vivir con humanos.
Según cuenta el antropólogo Gabriel Janer, Marcos sobrevivió gracias a su gran inteligencia ya que el niño tuvo que aprender a comunicarse mediante ruidos con los lobos así como aprender su jerarquía y costumbres.
Su caso ha sido objeto de la película (Entrelobos), dirigida por Gerardo Olivares y de libros como «He jugado con lobos». También se realizó un programa especial en «Versión Española» donde, después del rodaje, hizo la siguiente declaración
«Allá me llevaron y pasé dos días encerrado en un plató de televisión para grabar. Hasta las tantas. El documental quedó muy bien, salgo yo andando por Sierra Morena y las imágenes de cuando voy río arriba y después cuando subo a una roca y pegó el aullido y aparecen los lobos, que pensamos que no había y se quedaron todos asombrados»
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